Persiguiendo el sueño americano

Mi historia comienza en abril de 2018, cuando mi padre Juan Abellán (Delegado Comercial de Seguridad en Gerona) recibió un correo de la Fundación que ofrecía a hijos de empleados de la compañía la posibilidad de obtener una beca para estudiar una carrera en USA, mientras practicaban un deporte a nivel universitario.

Cuando supe de esta oportunidad – que daba la Fundación en alianza con la empresa Talento y Deporte - no me lo pensé dos veces y ¡decidí emprender mi camino! Primero: aportar la documentación (calificaciones académicas, exámenes de inglés, vídeos sobre mi desempeño deportivo, etc.) y afrontar todas las gestiones con las universidades para obtener esa beca de estudios. Y aunque fue todo muy rápido, no me arrepiento de mi decisión.

 

 

Primera parada: Arkansas

Los primeros pasos fueron bastante sencillos, guiados por la motivación y la inercia de comenzar esta aventura. Presenté mi candidatura y tras recibir ofertas con ayudas para estudiar en diferentes universidades, tocaba tomar una decisión final. Y ahí empezaron los sentimientos encontrados. En ningún momento tuve dudas, ni miedo, pero siempre un poco de añoranza, incluso antes de zarpar. Sobre todo, durante la emotiva despedida de mis padres y mi hermana en el aeropuerto. Y con esta alegría y pena entrelazadas, me dirigí a la puerta de embarque y salí hacia mi primer destino: la universidad William Baptist, en Arkansas.

Un Campus pequeño y situado en un pueblo muy remoto. El primer mes fue el más duro, ya que tuve que adaptarme a un estilo de vida completamente nuevo: costumbres, idioma, horarios, amigos, etc. Pero los días pasaban y cada vez me sentía más cómodo allí, compaginando mis estudios con mi pasión. Con el equipo de fútbol construimos una pequeña familia. Éramos españoles, alemanes, italianos, mexicanos, brasileños, ecuatorianos y estadounidenses, y ¡todos aprendíamos de todos! Las dos temporadas fueron estupendas, tanto colectiva como individualmente. Rompimos muchos récords e hicimos temporadas inigualables.

Pero tras dos años de carrera, sentí que ese no era lugar para finalizar mis estudios. Soy un chico de mundo y aún no me había movido prácticamente del estado. Y por eso, decidí transferirme a otra universidad. Meses después de negociar y hablar con entrenadores de otros lugares de Estados Unidos, puse rumbo a Felician University en Nueva Jersey. No sin antes despedirme de mi "nueva familia" e irme feliz de haber hecho amigos alrededor del mundo.

 

Un nuevo comienzo

Los siguientes años fueron muy diferentes a los dos primeros, ni mejores ni peores: simplemente diferentes. Me decidí por Felician University porque quería mudarme a una ciudad grande, y esta universidad estaba a 20 minutos en autobús de Times Square, en Nueva York. El campus era más grande que el de Arkansas y, por lo tanto, no tan familiar; pero, aun así, conocí mucha gente de todo el mundo.

Llegué allí el primer año en medio de la pandemia y no lo pude disfrutar mucho, pero el segundo curso, y último de mi experiencia, contó por dos. En tan solo un año conocí todo Nueva York y pude viajar a Florida, California, Washington DC, e incluso hice una mini ruta por Canadá.

En cuanto al fútbol, la Liga tenía un nivel superior a la de mi anterior universidad y conseguimos clasificarnos para los play-off, algo que no habia sucedido desde hace 10 años. Así que fue una etapa satisfactoria.

 

 

Sin duda, la experiencia en general ha sido espectacular. Las clases los primeros años son adaptadas a tu ritmo y los profesores te ayudan mucho, teniendo en cuenta que eres un estudiante internacional que compagina sus estudios con el deporte universitario.

El idioma a los pocos meses ya se entiende casi a la perfección y la comunicación se hace mucho más fácil tiempo después.  Amigos, familia, un título universitario, viajes por lugares increíbles, y mucho más, es solo un resumen de todo lo que uno se puede llevar de esta experiencia.

Inigualable.